CON F DE FINDE
DÍA 36, viernes de “escapada” (viernes 17)
Esto que voy a contaros en el diario de hoy, me gustaría expresarlo de la mejor manera posible para que os pongáis en mi piel (como lo hacéis siempre, sois muy bonicos todos y todas). He bajado a la calle. Concretamente a hacer la compra. Lo he pasado... ahora lo vais a ver.
Iba con un jet lag casero bestial, parecía que era la primera vez que bajaba al súper, unos nervios de bajar a la calle y entrar ahí dentro con la gente. Uf, me he sentido muy rara y os tengo que decir que no creo que vuelva a bajar hasta que no pase todo. Primero, cagada por el hecho de contagiarme (que eso no lo puedo saber aún, igual ya lo he pillado, ¡vete tú a saber! Pero ojalá no.) Y segundo, porque tenía MIEDO LITETAL de pisar a la calle (después de no salir desde el día aquel que os contaba en la primera entrada). De verdad, muy mal. He tenido una ansiedad social que iba in crescendo.
Bien, pues mi plan de ataque o protocolo a seguir, lo he ejecutado mientras comía y ha sido el siguiente. Me he dicho a mi misma tienes que bajar ya Bea, hacerle frente a este miedo y bajar. Y he pensado en mi amiga Aída para pedirle que, por favor, me acompañase mediante una llamada telefónica. Sola no podía hacerlo. No sé si alguien se siente así, pero si hay alguien con esta “movida mental” me comprenderá.
Pues veréis, estaba hablando con ella de un comentario muy bonito que me había escrito en el blog y le he dicho, que tenía que bajar a comprar “esto, esto y lo otro” lo otro han sido tres garrafas de agua y un palo extraíble. Imaginaos para qué. En fin, le he dicho: “mira me ocurre esto, llevo una semana queriendo bajar y es como que no puedo. No puedo hacerlo, tengo miedo. Cada vez que he pensado en bajar me he echado atrás. Me da un no sé qué salir al exterior. Y mientras llevaba ya un buen rato hablando de esto con ella, le he pedido que si por favor, le podía llamar desde que saliera por la puerta de mi casa hasta que volviera otra vez. Me ha dicho que claro que sí. Y menos mal. Gracias a tí he bajado, sino aún estaría ahí pensándomelo.
La hora elegida ha sido las 16:15 (la siesta) porque me he dicho pues igual a esta hora hay menos gente. Y vale, menos gente había, creo, porque tampoco me ha dado tiempo a fijarme en si había gente. Una sensación y una percepción de todo muy rara. Vaaaa Bea que ya estás a salvo en casa. A ver si me relajo ya, porque estoy escribiendo todo esto y aún sigo súper tensa. Relaja niñaaa. ¡Que lo has conseguido! ¡has sido una valenta! (aplausos) (bis).
Nada más salir del portal del edificio como iba hablando con ella, pues no me he percatado ni que había puesto un pie en la calle. Os lo juro. No he tenido el privilegio de sentir eso que pensaba, que iba a sentir al salir a la calle después de treinta y pico días metida en casa. “Pero Bea si subiste al terrao”. Que sí, que subí al terrao aquel día, pero no es lo mismo que la calle.
La calle. Por donde caminábamos cogidas del brazo de nuestra amiga del alma o de nuestra madre contándonos contentas cualquier cosa bonita; o los que tenían pareja iban de la mano haciéndose arrumacos; te encontrabas con alguien y enseguida un abrazo sin pensar en nada más que eso, en la alegría de haberte encontrado de sorpresa por la calle. Sin ningún riesgo de contagio. Pero tranquiiis que esto volverá a pasar, lo volveremos a vivir y mejor. Solo queda un poco. Un poco más. Y lo valoráremos aún más. Será como volver a nacer. O así, por lo menos, lo veo yo. Sonríe y sigue leyendo.
Sígamos con la “escapada” Cuando me he dispuesto a entrar, me he dado cuenta que iba embalada como queriendo entrar, cogerlo todo, pagar e irme a mi casa. Y me he dado cuenta de eso, porque nada más entrar casi me choco con la persona que tenía delante. Estaba parada encima de una línea horizontal sobre la cual intuyo que ponía “espere su turno” o “mantenga la distancia de seguridad” (sé que algo ponía pero ya os digo que no me he fijado). ¡Para fijarme estaba yo! Me hubiese gustado luego verme porque debía de dar una penita jajajaja. ¡Sí sí tú riéte, pero vaya tela menuda estás hecha!
Bueno cuando ya era mi turno, impaciente de mí (creo que no he hecho nada bien). Ahí habían tres productos perfectamente colocados para utilizar “rollo de papel azul, gel desinfectante y guantes transparentes” y no sé, me he hecho la 'picha un lío'. Sí, me he liado.
Esto es lo que yo he hecho.:
1.º Me he echado el gel en las manos, por toda mi cara incluyendo las orejas (que noo, esto noo, ¿eeh?).
2.º He cogido los guantes, me los he puesto.
3.º He cogido el papel azul y le he echado un poco de gel para limpiar mi carrito. Vaya lío, utilizarlo lo he utilizado, pero bien, no lo sé. ¿Así era el plan?
A todo esto, a la vez iba hablando con mi amiga con los auriculares puestos (que el que no se haya dado cuenta que llevaba auriculares, pensaría que estaba algo chiflada), porque a mí esta situación me ha superado, ha podido conmigo vaya, y no sé si he hablado alto o no, estaba poseída por el demonio del pánico ¡JO JO JOOOO!
Pero haya hecho el ridículo o hayan pensado algo de mi no normal, sinceramente me la bufa, que cada uno piense lo que quiera. Libertad para ello. Reíros de mí, pero no seáis muy malos.
Bueno vamos a seguir que aún no he ido ni a dejar mi carrito a la “zona de candado”. Esto también ha tenido su intringulis, porque me ha tocado esquivar a dos que terminaban de pagar, y claro, aquí ¿quién tendría prioridad? ¿yo que accedo a la zona por la derecha? ¿Él, que termina de pagar y quiere irse? ¿Cómo funcionaría esto? Como chica educada que me considero, he dicho “pies quietos” y les he dejado pasar. Adelante Flor. Ahora tu turno. He candado el carro y me he ido ya para adentro.
Me he lanzado directa por el pasillo principal puesto que es el más ancho de todos (el de la fruta y verdura) y cuando he llegado al final he girado a la derecha, hasta llegar al pasillo donde estaba el agua; he cogido las garrafas y ya me he ido a por el resto de cosas que tenía que comprar. Donde he tardado más ha sido eligiendo el palo, me he decantado por uno extraíble por 1,70 € que espero que me aguante y no se parta... “ja vorem”.
Abrimos pequeño paréntesis. Es que a veeer, me toca aumentar de peso mañana. Gym. Me estoy quedando delgada y eso no quiero. A ver sí, ahora que hemos quitado la chichilla toca volumen y lo que tengo en casa... “es ná” para lo que quiero ahora.
Sigo. Cuando ya creo que tenía todo, mi amiga me ha dicho: “¿Lo tienes todo ya?” Y le he dicho: “Creo que sí. Sí sí no cojo nada más que estoy deseando irme de aquí”. Y me dice: “Va, pues si quieres que hablemos de otra cosa y así te relajas”. Y ha sido imposible, me ha dicho algo pero al segundo no sé que le he dicho. Menudo show. Me pongo a hacer cola situada a un metro de distancia respecto a la persona que tenía delante. Que llevaba un carro... que telita. Si lo llegáis a ver... ¡Qué carro! ¿Eso que es? ¡Me dan las uvas aquí! Cuando lo ha puesto todo en la cinta he mirado otras cajas por ver si estaban vacías y cambiarme, pero claro, entre los nervios y que no se veía claramente si la gente estaba, o haciendo cola, o parada pues no he querido meterme en líos y que me dijeran: “Oye estaba yo! Problemas cero. Y me he quedado donde estaba.
DE REPENTE UNA CAJERA DICE: ¡Esta caja está libre! Dirijo la mirada para ver qué caja era y cuando he hecho el amago de coger mi carro e ir, alguien ha sido más avispado y se ha colocado ahí. Mi cara ha sido el emogi este de “cara feliz con gota de sudor”. ¿Sabéis cual digo, no? Pues ese, cara de: momento incómodo al no salir victoriosa de dicha situación. Tal cual. Pero, no problem, ahí estás bien Bea. Ya me va tocando o por lo menos puedo ir poniendo mis cosas en la cinta. Lo pongo todo, me voy a dejar el carro de Mercadona y a coger mi carrito. Cuando vuelvo, la chica me dice: “Esto ya te lo puedes meter en el carrito”. Lo introduzco. Y así sucesivamente con todo. “¿Con tarjeta o en efectivo? con tajeta” ¿Bea te acuerdas de cuánto dinero te ha dicho que era? Pues no. Rotundo no. No me he enterado ni de la cantidad que me ha dicho. Histeria la que tengo aún. ¿Cómo puede ser? Cojo el ticket. Lo echo en el bolso de tela y me voy. Soy libreeeeeeeeeeeeeeee. Mierda. ¡Un momento! Me acabo de dar cuenta que no he comprado....¿el quéeeeee? ¡Que sí, que era broma! ¡Lo llevo todo! Creo que los guantes transparentes me los tenía que quitar y poner gel desinfectante, no? ¿O para salir, no? ¡Y yo que sé!
Ahora mi amiga debería de escribir lo bien que se lo ha pasado este rato, y que os cuente lo asustada que estaba. Bueno espero que, como vosotros, porque aquí estamos para disfrutar y pasar un rato entre líneas lo más agradable posible. ¿Lo estoy consiguiendo? De eso se trata.
Al llegar a casa, en el recibidor me he quitado los guantes, la mascarilla, la gorra, etc. He acatado y he seguido al dedillo el protocolo de vuelta a la calma. Vuelta a casa.
¿Conclusión? Una experiencia más de superarse a uno mismo. Pero también os digo: que no bajo más.
DÍA 37, quién es la última? (sábado 18)
Un día de esta semana mi hermana mandó unas fotos al grupo de la familia y nos quedamos alucinados con la pedazo de compra que había hecho. ¡Qué berenjenas más hermosas! ¡Qué pimientos más bonitos! ¡Que fresones! “¡Ahí ya tenéis para toda la semana!”: comentaba mi madre emocionada (a su mensaje le acompañaban una retahíla de aplausos y emogis de caritas contentas). Y ella le decía: “Si es que comprar en el Mercao ya os he dicho, que es mil veces mejor” .
Al leer este mensaje, se me ocurrió una cosa muy guay que apunté en mi book note. Y así ha sido. Pensado y hecho o como se suele decir aquí en la terreta 'pensat i fet'.
A través de la pequeña “entrevista” que vais a poder disfrutar a continuación, he querido destacar las opciones tan buenas que tiene comprar en el mercado de toda la vida o en una tienda de tu barrio. Con ello me gustaría visibilizar también, la cantidad de familias que se dedican diariamente a vivir de su pequeño comercio y a luchar día tras día. Quiero que valoréis ahora en tiempos de cuarentena esto: Apoyar el consumo de proximidad y que nos paremos a pensar por un momento en la cultura tradicional de nuestra tierra. De como empezó todo.
¡En 3, 2, 1.... goooo!
Yo: ¿Qué beneficios os da a vosotros poder hacer la compra en el mercao?
Ellos: Pues comer lo mas sano posible, sobre todo el sabor que tiene la comida. El poder elegir cada producto como tu lo quieres. La relación con los tenderos es más cercana y personal, además te asesoran del producto que mejor se adapta a lo que tú quieres. El producto es fresco.
Yo: A parte de la calidad del producto como habéis dicho, ¿se nota también en el bolsillo?
Ellos: A ver no sabemos si es más barato realmente. Aunque sí porque encuentras mejores ofertas que el supermercado. Porque por ejemplo con los huevos, que es algo que sueles utilizar bastante en cocina; media docena en el mercao te sale a 0, 60 céntimos y en el supermercado te cuestan 1,50 € y parece una tontería pero eso se nota, porque vas sumando y al final se nota bastante. Además puedes elegir algo más caro y exquisito pero sabes que la calidad si es de allí, va a ser excepcional.
Yo: Bien sigamos y ¿qué le diríais a las personas que no van a comprar al mercao?
Ellos: Que se lo recomiendo. Porque hay muchas familias que viven del campo y de todos esos productos que venden. También me gusta por ir allí porque es un plan divertido y agradable de hacer. He de decir que la primera vez que vas te sientes un poco perdido pero luego ya te acostumbras.
Yo: ¿Se puede hacer la compra online ahora en cuarentena? ¿Cuándo la puedes recibir?
Ellos: Habitualmente se puede hacer online o llamando por teléfono a la persona de la parada. Tu lo compras y te lo llevan en el día. Así de fácil.
Yo: ¿Qué es eso de los 'mercapuntos' ? ¿Para qué sirven? ¿Como los obtienes?
Ellos: Cuando compras los pides. Cada cierta cantidad de dinero te dan los mercapuntos. Los consigues cuando compras. Y los puedes canjear para el parking y para productos de allí.
Sirven también para recargar el bonobus, canjear carros de la compra, bolsas de tela, etc.
Yo: ¿Cómo estáis viviendo la cuarentena?
Ellos: ¿Súper bien, fenomenal! se hace pesada a veces pero lo intentamos llevar súper.
Yo: ¡Me alegro! muchas gracias por haber participado y haberos tomado el tiempo en responder las diferentes preguntas. Espero tus fotitos para adjuntar al final de la entrevista y que la gente pueda ver la calidad y frescura del producto.
Ella: Sí, sí, en cuanto llegue la compra te mando fotos de todo. Enhorabuena por el blog. Me está encantando.
Yo: ¡Ay, muchas gracias! Luego hablamos guapa. Un besito. Cuidaos.
Hasta aquí la mini - entrevista (espero que entendáis que soy nueva en esto, que lo he intentado hacer lo mejor posible). A continuación, os dejo algunas fotos de lo que ella y su pareja suelen pedir.
Ya veis la calidad de todo y el gustazo que da que te lo puedan llevar a casa hasta en tiempos de cuarentena.
Bueno, y vosotros ¿sois de comprar en el mercao de vuestras ciudades o pueblos? ¿Conocéis a algún familiar que tenga parada en el mercao? Contádmelo.
¿Os gusta la idea de hacer 'entrevista' de vez en cuando? ¿A quién os gustaría que se la hiciera? Por ejemplo, ¿a ti? (no lo digo de broma). Si tienes algo que contarme, que quieras que reflexionemos juntos/as, ¡estoy aquí para escucharte! Para hacer que tu cuarentena sea lo más agradable posible o hacértela un poco más fácil. Si te apetece escríbeme a beatrizaguilar.comunicacion@gmail.com y me pondré en contacto contigo lo antes posible.
Nota: la entrevista puede ser anónima. Cómo tú decidas.
Ahora tarde de acuarelas, pensar y Playlist bonita 'Covers 2020'. Planazo de sábado.
DÍA 38, todo o nada (domingo 19)
Me he despertado descansada pero triste, y no hay peor sensación que esa. Me he despertado acordándome de mi ex, sí de mi ex novio y de los planes TAN guays que hacíamos. Y no sé porque me está pasando esto ahora. Llevo días alternos (pocos, cuatro o así) acordándome de cuando íbamos a la montaña a hacer senderismo, de cuando de puntazo nos cogíamos el coche y nos íbamos lejos, a desconectar del mundo. Me he acordado de los viajes tan molones que hacíamos, planes de mochileros. De las locuras que hacíamos de recorrer 200 km para ir a cenar a nuestro restaurante favorito en Benasque. No sé si es el encierro o es que cuando le dejé aún le quería pero sabía que no era para mí. Esto es duro. Está siendo duro porque no sé que hacer. No sé si escribirle para ver cómo está. No sé si es buena idea. Estoy mal. Creo que aún le quiero. ¿Alguien sabe cuánto tiempo tiene que pasar para dejar de sentirse así? Ni puñetera idea. Pero sé que no, porque él no ha reconocido nunca las cosas, era un poco mentirosillo.
Y me cuidaba, pero cuando era cariñoso no sé si lo era, porque había hecho algo mal y quería tenerme contenta, o porque realmente me quería. Qué lío todo. Así no. Al principio todo OK pero luego no sé qué le pasó. Hasta que al final le dejé. Le pedí un tiempo, necesitaba aclararme. pero comprobar de verdad si esto es lo que yo realmente quería en mi vida.
Estoy escribiendo y me vienen a la cabeza cosas buenas y no tan buenas mezcladas. O lo escribo o reviento. Estaba haciendo la clase de estiramientos con Rocío y al principio estaba relajada, pero imposible, totalmente desconcentrada. No he podido tranquilizarme. Y que me pase esto es totalmente normal, me digo. Entre el encierro, los recuerdos y el no saber porqué estoy regulera. A ver, es que no ha pasado mucho tiempo, en diciembre le pedí un tiempo y cero contacto (ni mensajes ni llamadas, ni nada). Me fui de nuestra vida. No podía aguantar todo lo que había estado pasando, no era necesario seguir viviendo eso. Y le pedí por favor, que o dejábamos de hablar o esto no iba a ningún sitio. Lo pasé muy mal, el 30 de diciembre nos separamos. La despedida fue horrible, era como que lo tenía que hacer por obligación propia pero su cara de abandono me dejó muy afectada. Aún la recuerdo. Lo siento. Pero comprende y medita lo que has hecho.
El 31, nochevieja. Vaya planes los vuestros cabritos. El mío, ya os lo podéis imaginar. Cené poco, una rica cena que había preparado mi madre. Y las uvas en su bolsita con lacito incluido. Las uvas de 2019. Cómetelas no pierdes nada, sigue la tradición. Quité las pepitas y me puse a contarlas por si me faltaba alguna. No vaya a ser que me diera mala suerte. Aquella noche mi única diversión era contar si tenía las 12 uvas. Real. Me las comí TODAS y a las 00:05 me fui a dormir. Resaca cero. Ya es Enero. Año nuevo, vida nueva. Lo de 2019 ahí se quedó. Por eso lo hice. Por terminar de cerrar bien el año para poder pensar que era lo que quería.
Era enero. 1 de enero. Esa tarde me dieron la noticia más bonita que te pueden dar. Mi hermana y su novio: ¡SE CASAN! La boda del año. Ganas de que llegue ya. Cuando nos dio la noticia gritamos, flipamos, nos abrazamos, lloramos, saltamos... ¡Uf, que momento! Y qué guay escribirlo para poder revivirlo. Lo vivo como si fuera ahora mismo. Fue lo mejor que me podían haber dicho aquella tarde. La tristeza que tenía estaba un poco camuflada por aquella BODA. Fue un mes de boda, boda y boda. Llegó febrero y boda boda boda. Jajajaja. Así sucesivamente. Felicidad absoluta.
Fuimos a mirar sitios preciosos y cuando vimos ¡aquel lugaaaar! supimos que ese era 'el que tenía que ser'. De hecho le dije a mi hermana: “Este es, no os lo penséis más”. Lo tenemos. Yo os veo aquí. Me imaginaba a todos allí, las dos familias, los amigos, las mesas preciosas con sus manteles, sus flores, todo. Me los imaginé hasta bailando recién casados. Felices. Amor verdadero, veía mientras me los imaginaba bailando. Qué suerte que vuestras vidas aquel 24 de mayo se cruzaran. Estáis hechos el uno para el otro. No hay otra para ti, casi cuñado, y tampoco otro para ti, querida hermana. Bueno después de estas bonitas palabras “momentazo boda quiero decir una palabras”, y no, porqué me muero de la vergüenza ahí delante de todos, calla calla. A mí me da. Yo os lo digo ya por aquí para sacaros una sonrisa de enamorados. Bonicos.
Y
QUE
¡viva EL AMOR!
♥
IMÁGENES: PINTEREST. EARTHBEAT.ES, WEDDING.PL
© 2020 BeiBel. Todos los derechos reservados.
Comentarios
Publicar un comentario